No me juzgues por ser sesgado

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A todos nos gusta pensar que somos una persona de mente ecuánime. Pienso que hasta las personas que acostumbran mentir a otros piensan que son honestas con ellas mismas. Es por lo tanto sorprendente encontrar dentro de nosotros mismos ciertos mecanismos que, a pequeña o gran escala, esconden la verdad de nosotros mismos.

En mis escritos pasados analicé como la negación y el orgullo actúan a veces como barreras que nos escudan de asimilaciones que, aunque verdaderas, sean quizás emocionalmente indeseables. Hoy quiero hablar de otro mecanismo que puede distorsionar nuestra percepción de la realidad, aun cuando tal realidad no sea necesariamente desagradable. Ese mecanismo se llama «sesgo de confirmación».

Conocimiento sesgado

Una definición de «sesgo» dice: «Sesgo es una inclinación hacia presentar o sostener una perspectiva parcial a expensas de otras alternativas (posiblemente igual de validas)». Toma nota de que un sesgo es una inclinación, una tendencia. Podríamos compararlo a la sutil influencia de las corrientes submarinas que pueden desviar a un barco de su destino. Me parece que la imagen de un juez evaluando la evidencia ante si nos viene naturalmente cuando hablamos de ser sesgado o parcial. A todos nos aterroriza la idea de tener que presentar un caso ante un juez que guarda una inclinación parcial contra nosotros, ya sea por nuestra raza, nuestra clase social, antecedentes, etc. Ante tal situación, es fácil apresurarse a pensar que el juez en cuestión es corrupto o hasta malvado. Sin embargo, no deberíamos apresurarnos a juzgar la moralidad de alguien que tiene un sesgo. Como se dice en otro libro1: «Tener un sesgo no es lo mismo que ser malicioso o deshonesto. Los sesgos son suposiciones inconscientes o puntos ciegos que ignoramos». Así es, la persona que tiene un sesgo quizá ni cuenta se de y posiblemente sea una persona muy inteligente y justa en todo otro campo.

Claro, también hay otros tipos de sesgos que pueden ser parte de un comportamiento consiente. Por ejemplo, han habido muchos estudios estadísticos comisionados por corporaciones tratando de presentar algún reporte favorable en los que un sesgo o parcialidad se ve a la claras. Pero esas formas de sesgo no son las que nos conciernen en este artículo. Para fines de este artículo, vamos a definir el «conocimiento sesgado» como «el resultado de sesgar o torcer la información o el significado de la información ante nosotros inconscientemente».

Sesgo de Confirmación

Por mucho tiempo ya, los psicólogos han estudiado el tema de los sesgos. De hecho, ellos han podido identificar diferentes tipos de sesgos. Uno de los más interesantes, y posiblemente uno de los más predominantes, es el que se conoce como: «Sesgo de Confirmación» o «Sesgo Confirmatorio». Wikipedia (en Inglés) comienza su definición de este así:

El sesgo de confirmación, también conocido como sesgo de-mi-lado, es la tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recordar información de manera que confirme las creencias o hipótesis que uno sostiene y a simultáneamente dar una atención desproporcionalmente inferior a la información que las contradice.

En su excelente obra titulada «Sesgo de Confirmación: Un fenómeno ubicuo en muchas formas»2, Raymond S. Nickerson demuestra de manera convincente que este problema del sesgo de confirmación es, no solo completamente inconsciente, pero que además es observable aun en situaciones que no afectan emocionalmente a la persona. Y esto es algo muy interesante. Uno esperaría un sesgo o parcialidad en situaciones que envuelven algo por lo que sentimos afecto o algo que nos desagrada. Pero si lo encontramos aun en situaciones en las que esperaríamos poder ser completamente imparciales, algo muy interesante debe estar sucediendo en las técnicas heurísticas que utilizamos. O sea, las maneras en que utilizamos nuestros cerebros para analizar, comprender y procesar nuestras observaciones. Quizás no hemos aprendido a utilizar nuestros poderosos cerebros tan bien como pensamos.

Por supuesto, explicar completamente como funciona el sesgo de confirmación y como evitarlo está muy fuera del alcance de este artículo. Mi intención es solo llevar tu atención a este para que quizás puedas empezar a identificarlo. Ya podrás hacer mas investigación por tu cuenta. Pero sí quisiera por lo menos mencionar algunos aspectos interesantes del sesgo de confirmación para que estés al tanto de ellos. Específicamente, las siguientes tendencias fueron identificadas por Nickerson mediante varios experimentos:

Como afecta a la gente el sesgo de confirmación

  • Las personas tienden a buscar información que piensan que apoya hipótesis favorecidas o creencias ya existentes y a interpretar información de manera parcial a estas hipótesis o creencias.
    Además, las personas suelen buscar el tipo de información que esperarían encontrar si se asumiera que la hipótesis es verdadera en vez de buscar evidencia que la desmienta.
  • Las personas tienden a dar más peso a información que apoya sus creencias u opiniones existentes que a la información que las contradice. Por lo menos parecen ser menos receptivos a información contraindicativa. También a veces parecen dar peso a cierta información que es consistente con una hipótesis aun cuando la misma información es también consistente con hipótesis alternativas.
  • Las personas tienden a no buscar y quizás hasta evitar información que se pudiera considerar contraindicativa con respecto a hipótesis o creencias ya aceptadas y que apoye posibles alternativas.
  • Las personas tienden a recordar o a producir razones que apoyan el lado que favorecen – sesgo mi-lado – en controversias y a no recordar o no producir razones que apoyen el lado contrario. (Esta tendencia pudiera, sin embargo, también tener motivos emocionales.)
  • Información que es idéntica suele interpretarse de una manera en relación con una teoría favorecida y de otra manera con relación a una teoría que no lo es.
  • Las personas a veces ven en los datos los patrones que están buscando sin importar que estos patrones estén realmente ahí. (Es por esto por lo que preparar o cebar de antemano a alguien y estereotipar tiene tanto poder.) El sesgo de confirmación puede exacerbar los efectos de enfermedades mentales como la hipocondría, la depresión, la paranoia, etc.
  • La información adquirida temprano en el proceso de investigación tiende a recibir más peso que la que se adquiere más tarde. (Esto se llama el efecto de primacía.) Otra manera de decirlo es que la gente suele formarse una opinión temprano en el proceso y a evaluar parcialmente la información que se adquiere después. Eso pudiera estar estrechamente ligado (y quizás ser una manifestación) del efecto de persistencia de creencia. Una vez que una opinión se ha formado, puede ser muy resistente al cambio, aun ante evidencia bastante convincente que la contradice. Evidentemente, es mas probable que las personas cuestionen información en conflicto con creencias existentes que información que es consistente con ellas, y es más probable que vean información ambigua como confirmatoria de sus creencias en vez de desconfirmatoria de ellas.
  • La mayoría de las creencias que la gente posee tiene algún tipo de fundamento, pero debido al sesgo de confirmación muchas creencias suelen tenerse con una fuerza o grado de certeza que excede a lo que la evidencia justifica.

Nickerson pasa entonces a enumerar una serie de ejemplos del sesgo de confirmación en acción. Menciona, por ejemplo, el caso de las personas que ven patrones en los números (numerología), las terribles quemas de brujas, la medicina falsa, y por su puesto, el efecto del sesgo de confirmación en los jurados. Pero, probablemente algunos de los ejemplos más interesantes son los que tienen que ver con científicos. Después de enumerar varios de estos, el dice, «el sesgo es definitivamente a favor de dar a la teoría existente el beneficio de la duda, mientras haya cabida a la duda, y en algunos casos, aun cuando no la haya». «La estrategia más común para lidiar con los datos anómalos es la de atacar los datos en si. Si resulta que son confiables, el siguiente paso es el de complicar la teoría existente justo lo suficiente como para acomodar los resultados anómalos.»

Bueno, espero que esto haya sido suficiente para abrir tu curiosidad y tu cautela en cuanto a esta perniciosa trampa mental. En entradas venideras espero utilizar algunos de estos conceptos para analizar algunas creencias con amplio apoyo. Mantente al día.

Referencias:

[1] Truth in Translation: Accuracy and Bias in English Translations of the New Testament by Jason David BeDuhn
[2] Derechos de autor 1998 por la Educational Publishing Foundation

Orgullo – o el dolor de equivocarse.

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Siguiendo con esta serie acerca de cómo obtenemos conocimiento y cuales son los obstáculos que se interponen, me gustaría hablar un poco acerca del orgullo. El orgullo tiene que ver con la autoestima. Es obvio que uno debería tener un cierto nivel saludable de orgullo. De otro modo podríamos llegar a ser victimas de la baja autoestima, lo cual trae consigo otra serie de problemas. Pero el orgullo se puede volver destructivo cuando empezamos a pensar más de nosotros mismos de lo que deberíamos. Y la razón por la que traigo esto a colación es que el orgullo puede obstaculizar nuestra lucha por obtener conocimiento verdadero.

Por ejemplo, ¿cómo sueles reaccionar ante la presencia de alguien de quien sospechas que sabe más que tú?¿Te cae mal de inmediato? ¿Cuando ves a esa persona acaparando la atención de los demás, te sientes celoso? ¿Prefieres mejor alejarte? Bueno, mi consejo es que no lo hagas. ¿Por qué mejor no maduras?

Claro está, no quiero decir que tengas que soportar escuchando a todo y cualquier seudointelectual con que te topes. A nadie le cae bien una persona pedante y arrogante, especialmente cuando le gusta hablar de asuntos que no tienen que ver contigo. Pero, no te apresures a bloquear a alguien sencillamente porque es intelectualmente intimidante. Quizás haya algo que puedas aprender de esa persona, algo que ayude a mejorar tu vida. Sé valiente. Dale una oportunidad.

También, no temas decir «no lo se». No hay nada de malo con eso. No hay nadie que sabe todo sobre todo. Todos estamos, ojalá, aprendiendo. De modo que si alguien te hace una pregunta para la que no sabes la respuesta, admítelo. Si se espera que des una respuesta, podrías decir algo como «tendré que pensarlo». Está bien.

Pero, si ya abriste tu bocota y diste una respuesta por la cual sospechas que estas a punto de ser corregido, ¿como reaccionarás? ¿Te impulsará tu orgullo a escaparte de ahí lo más pronto posible? O quizás, ¿tratas de socavar a la otra persona mediante tratar de cambiar el tema, o de alguna manera evitar darle la oportunidad de hablar? Cuéntame, ¿que haces tu ante esas situaciones? Lo triste es que, al hacer eso, quizá te hayas negado la oportunidad de crecer. ¿Y cómo sabes si no fue esa la única oportunidad que se te presente para crecer en ese aspecto en particular?

Por lo tanto, un poco de humildad es requerida en nuestra lucha por obtener conocimiento verdadero.

Negando la verdad

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En la última entrada de mi Blog traté de explicar en términos sencillos dos importantes maneras en que adquirimos conocimiento. Y como les prometí, en esta entrada hablaré de una de nuestras tendencias innatas que pueden obstaculizar nuestra adquisición de conocimiento verídico.

Negación

Habiendo terminado su desayuno, una adolescente en Argentina, dio un beso a sus padres. Y, como había hecho cientos de veces antes, caminó la corta distancia a su escuela. Esta vez, sin embargo, habiendo llegado ahí, se le llamó para que se presentara en la dirección, donde una de sus maestras, el director de la escuela y un representante del gobierno, la esperaban. El tono de ellos era formal y serio pero amigable. Aun así, su nerviosismo era evidente y contagioso. Dándose cuenta de ello, decidieron ir al grano. El oficial del gobierno le informó que, después de una minuciosa investigación, se había encontrado que las personas con las que vivía, las mismas personas con las que acababa de desayunar y que acababa de besar solo unos minutos antes, no eran sus verdaderos padres.

¿Cómo crees tú que hubieras reaccionado ante una revelación como esta? ¿Habrías tú pedido tranquilamente que se te mostrara la evidencia? ¿La habrías examinado con calma? Y entonces, si la encontrabas convincente, ¿hubieras aceptado con resignación la conclusión a que apuntaba? Yo encuentro eso difícil de creer. Eso sería mucho pedir de cualquiera de nosotros. Tristemente, en los últimos 15 años, docenas de jóvenes en Argentina se encontraron ante esta chocante y espantosa situación .

Todos ellos habían nacido de padres considerados peligrosos por la dictadura militar que gobernó Argentina de 1976 a 1983. Decenas de miles de estas personas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas durante ese periodo. A las mujeres de este grupo que estaban embarazadas se les permitió dar a luz. Sin embargo, su gozo fue muy corto ya que, en cuanto nacían, los bebes eran arrancados y entregados en adopción a parejas de identidad no revelada. Cuando el gobierno militar fue finalmente derrocado, el nuevo gobierno formó una comisión para investigar el asunto de «los desaparecidos». Mediante exámenes genéticos, llevados a cabo por lo general sin su conocimiento, jóvenes que se sospechaba ser victimas de esta situación fueron identificados, enfrentados a la evidencia, y en muchos casos, reunidos con sus verdaderas familias o familiares biológicos.*

¿Puedes imaginarte lo que sería pasar por una experiencia similar a esta? Cuando algo tan fundamental como el conocimiento de quienes son tus padres resulta ser una mentira, uno se preguntaría si hay en realidad algo de lo que podamos estar seguros. Felizmente, la mayoría de nosotros nunca tendrá que pasar por experiencias tan extremas como las de estos desdichados jóvenes. Mencioné en mi última entrada que, en mi opinión, la mayoría de las personas preferirían saber la verdad, aun cuando doliera. Sin embargo, hay muchas personas para las cuales este no es el caso. Hay muchas situaciones en las que algunas personas preferirían no saber la verdad debido al dolor asociado con ese saber. Piensa en la jovencita de mencionada en la introducción. ¿Hubiera preferido ella seguir con su vida «normal» creyendo que vivía con sus verdaderos padres en vez de aprender la verdad? De repente, su vida se convirtió en una pesadilla. Ahora era huérfana. Las personas que la habían criado no solo no eran sus padres sino que habían sido deshonestos con ella toda su vida. El trauma emocional y las cicatrices probablemente ahora la acompañarían por el resto de su vida. A veces la verdad puede ser muy costosa.

Bueno, en este caso, la joven no tuvo la opción de elegir. Las autoridades gubernamentales determinaron que, por su bien, lo mejor era que aprendiera la verdad. Sin embargo, podemos entender por que, al enfrentarla a la verdad, la reacción de esta joven, así como la de cientos de otros jóvenes en la misma situación, fue muy emocional. La mayoría de ellos reaccionaron con negación e indignación ante tales alegaciones tan descabelladas, aun cuando los hechos eran puestos claramente frente a ellos. En muchos casos tomó varios días y hasta semanas para que estos jóvenes llegaran a aceptar la verdad.

La psicología define la negación como «un mecanismo de defensa del ego que opera inconscientemente para resolver conflictos emocionales y aminorar la ansiedad mediante evitar percibir los aspectos más desagradables de la realidad externa». Recurrir a la negación es algo que no solo los jovencitos hacen. De hecho es más común de lo que la mayoría de la gente cree. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque, como dice la definición, es una respuesta «inconsciente». Cuando uno esta en estado de negación, uno no se da cuenta de ello. Entre más dolorosa sea una realidad, más probable es que inconscientemente recurramos a la negación para tratar de evitarla.

La negación fue una reacción perfectamente normal de parte de estos pobres jovencitos argentinos. Fue sencillamente el resultado de emociones humanas normales y saludables. Digo «saludables» porque los seres humanos prosperan cuando se sienten seguros y confiados. ¿Te imaginas cómo sería la vida si automáticamente creyéramos todo lo que otros dicen de nosotros? Desde pequeños aprendemos a rechazar ciertas cosas dolorosas que la gente nos dice. Los niños pueden ser muy maliciosos al hablar entre si. De modo que creer sin cuestionar algunas cosas en cuanto nosotros y nuestro mundo, cómo cuando naciste y quienes son tus padres, ¡es saludable! Sin embargo, una vez que fueron enfrentados a la verdad, respaldada con suficiente evidencia creíble, una respuesta saludable para esos jóvenes era la de asimilar poco a poco su nueva realidad. El haber seguido en estado de negación habría sido perjudicial psicológicamente a la larga para ellos.

¿Qué hay de ti? ¿Prefieres tú saber la verdad aunque duela? O, ¿hay situaciones en las que no te importaría ser engañado con tal de poder seguir con tu vida normal? Es un hecho que hay muchas personas a las que esto no les molestaría. Hasta hay canciones en las que el cantante pide a su enamorado que le mienta en vez de decirle que su amor no es reciprocado. Muchas personas prefieren no ver ciertos documentales «desagradables» en cuanto a los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el estado de la economía por miedo a arruinar su visión despreocupada de la vida. Esta es la clásica actitud de esconder la cabeza en la arena. ¿Existen aspectos de tu vida alrededor de los cuales prefieres no escarbar mucho? Quizás ahora estés pensando que un poco de negación en la vida es saludable. Y es así, cómo dije antes. Pero, ¿podría un estado de negación prolongado convertirse en una enfermedad?

Al hablar con las personas en cuanto a este asunto, me sorprendió ver cuantas de ellas consideran que recurrir a la negación es una estrategia aceptable para lidiar con la vida. Déjame contarte por ejemplo lo que un conocido mio, un arquitecto, me dijo en cuanto a esto. Él pasó mucho años sirviendo en el ejercito de los Estados Unidos. Creo que es por eso que parece siempre estar a las prisas. Es una de las personas más ocupadas que he conocido en mi vida. Sin embargo, ahora que esta entrando a la edad avanzada y después de haber sido debilitado por algunos tratamientos, ha disminuido la velocidad lo suficiente como para poder tener algunas conversaciones conmigo, cortas pero profundas. Le pedí su opinión en cuanto a la negación. Le pregunté si pensaba que esta era una manera aceptable de enfrentarse a la vida. No me sorprendió mucho cuando me dijo que sí. Dijo que él creía que todo el mundo está en estado de negación. Según él, la negación es indispensable para poder llevar una vida feliz. De hecho, para mi asombro, me dijo que las personas más determinadas a evitar la negación son las que más probablemente terminan siendo engañadas. «Espera un minuto», respondí. «¿Estás diciendo que las personas suficientemente valientes como para enfrentarse a la realidad, por más dolorosa que sea, son los que terminarán siendo engañados? ¿No es eso una paradoja?» Sonriendo, me dijo, «eso es exactamente lo que yo creo».

Bueno, supongo que esta linea de pensamiento comienza a entrar en la cuestión filosófica de si la verdad es siquiera alcanzable, y esa no es una linea que deseo seguir ya que tiende a convertirse en un laberinto interminable. Muchas personas han hecho la pregunta, «¿qué es la verdad?» Por ejemplo, el famoso filósofo del siglo XX, Bertrand Russell, en su libro «Los problemas de la Filosofía», escribió lo siguiente sobre el tema de la verdad:

«Sabemos que en una gran variedad de asuntos diferentes personas sostienen diferentes opiniones: de ahí que algunas creencias deben ser erróneas. Ya que las creencias erróneas suelen sostenerse con la misma fuerza que las creencias verdaderas, cómo distinguir unas de otras se convierte en una pregunta difícil. ¿Cómo podemos saber que, en un caso en particular, nuestra creencia es verdadera? Esta es una cuestión de la más alta dificultad para la que una respuesta completamente satisfactoria es imposible.»

Sin embargo, él añadió:

«Hay sin embargo, una pregunta preliminar menos difícil de contestar y es esta: «¿a qué nos referimos cuando decimos «verdad» y «mentira»?»

A lo cual el da la siguiente respuesta (sin incluir las muchas paginas de trabajoso razonamiento que tomó llegar a ella):

«una creencia es verdadera cuando hay un hecho correspondiente y es falsa cuando no hay un hecho correspondiente. […] Lo que hace que una creencia sea verdadera es un hecho, y ese hecho no depende en manera alguna (excepto en casos excepcionales) de la mente de la persona que la cree.»

Yo creo que puedo concordar con eso, si lo entiendo correctamente. Solo para que sepas lo que yo pienso en cuanto a esto, para mi, una creencia es verdadera cuando no contradice la realidad. Tan sencillo como eso. Por su puesto, la pregunta es entonces, ¿cómo sabemos cual es la realidad? Y supongo que en muchos casos, la respuesta es que no lo sabemos. Por ejemplo, podemos saber que una ventana se rompió. Podemos sospechar quien la rompió y podemos expresar esa creencia. Pero quizás nunca sepamos si esa creencia es verdadera o no. ¿Significa eso que al expresar esa creencia no dijimos una verdad o una mentira? No, nuestra expresión fue cierta o falsa dependiendo de si contradijo la realidad o no. Es solo que quizás nunca lo sepamos.

Conclusión

De modo que sí, hay algunas cosas para la cuales quizá nunca sepamos la verdad. Pero, para las que si podemos, ¿deberíamos esforzarnos por encontrar la verdad aun cuando nos lastime? ¿Deberían las personas en puestos de autoridad escudar a las personas a su cargo de realidades desagradables «por su propio bien»? ¿Existen situaciones en las que sea justificable hacer esto, aunque sea temporalmente? Dinos lo que piensas. Sin embargo, si has llegado hasta este punto de la lectura, sospecho que a ti, como a mi, te apasiona saber la verdad de los asuntos. Para ti, vivir en negación no es un futuro apetecible. Sin embargo, esto no es tan fácil de evadir como parece.

Esperaba poder analizar otras interesantes maneras en que «inconscientemente» tendemos a rechazar la verdad, pero creo que mejor lo dejamos para otra entrada.

Alerta de spoiler: Se han hecho varias películas sobre el tema de «la guerra sucia» que tuvo lugar en Argentina. La película «Cautiva» es de donde tomé el ejemplo mencionado.