Pasos para contrarrestar los sesgos al evaluar evidencia

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Como un niño que lucha por alcanzar una burbuja de jabón, y que justo cuando cree que la tiene la pierde, nuestra lucha por conseguir conocimiento verdadero es un reto que muchas veces es decepcionante. Ya he escrito acerca de los mecanismos psicológicos internos y de las maneras en que procesamos información que se interponen a nuestra búsqueda de la verdad. En este escrito estaré señalando algunas sugerencias para superar estos obstáculos.

Proponte a ser un juez justo

El primer paso pudiera parecer obvio, pero ponerlo en práctica puede ser más difícil de lo que parece. Siempre mantén en mente el poder engañoso de los sesgos que hemos analizado. El exceso de confianza es nuestro enemigo, así como el dogmatismo. Cuando nos topamos con cierta información actuamos como jueces ante ella. Dictamos juicio en cuanto a si es cierta o falsa. Tal como en un caso en una corte, si el juez tiene prejuicios o es parcial, obtener un juicio justo no será fácil. Y si bien es imposible ser un juez humano perfecto, si estamos dispuestos a seguir la evidencia, a donde sea que nos lleve, es posible que la verdad triunfe, siempre y cuando la evidencia sea contundente.  Lamentablemente, la imparcialidad no es necesariamente algo innato sino algo que tenemos que aprender.

Cuídate de tus supuestos

Cómo ya he explicado antes, gran parte de lo que sabemos no es por que hayamos estudiado personalmente la evidencia con cuidado, sino que nos ha llegado más bien a través de personas en quienes confiamos. ¿Qué tal si se equivocaron en algún punto? ¿Qué tal si tú mismo hayas caído en un error de juicio alguna vez? Siempre mantén la puerta abierta para ideas nuevas que contradigan lo que alguna vez hayas considerado verdadero, no necesariamente para tratarlas como verídicas inmediatamente, sino para darles el justo beneficio de la duda.

No todas las verdades se pueden probar de manera científica. Aunque algunas hipótesis no se pueden falsificar (en el sentido científico estricto), eso no significa que deben ser descartadas sencillamente como falsas. Especialmente cuando están basadas en argumentos lógicos y validos, y cuando están respaldados por la evidencia disponible. Sencillamente deberían ser reconocidas como posiblemente ciertas.

Por otro lado, parece que algunas personas creen que los sentimientos que tienen acerca de algo es lo que determina si es cierto o verdadero. Es por eso que muchas personas usan la frase “su verdad”. Citando nuevamente las palabras de Bertrand Russell, “Ya que las creencias erróneas suelen sostenerse con la misma fuerza que las creencias verdaderas, cómo distinguir unas de otras se convierte en una pregunta difícil”1.

Cómo escribí antes, y como el Sr. Russell confirma, las personas pueden sostener nociones igualmente validas, aunque contradictorias, debido a la falta de suficiente evidencia y a los sesgos de cada persona. Pero eso no significa que todas sus nociones sean igualmente verídicas. Solo hay una realidad física. Es solo que quizás no tengamos suficiente evidencia para poder determinar cuál de ellas es la correcta. Es por esto que la modestia es la actitud correcta cuando lo que creemos no es completamente demostrable. Es también por esto que el dogmatismo es una cualidad tan aborrecible.

Las ventajas de evaluar la evidencia de manera metódica

He hablado ya de cómo el método científico fue necesario para evitar algunos de los posibles escollos que existen cuando confiamos en la evidencia empírica sencilla. De manera similar, el estudio de la lógica ha identificado muchos errores de pensamiento comunes, falacias, que uno debería evitar al buscar la verdad de cualquier asunto. Pero estos son solo principios generales y no están necesariamente ordenados de alguna manera aplicable a todo caso.  Parecería que una metodología que nos ayude a evitar las trampas básicas en asuntos que no son necesariamente científicos, o sea, asuntos que no son reproducibles mediante experimentos o cálculos, sería muy útil.

Esto es así porque, en muchos casos, llegar a la verdad de un asunto es a veces doloroso, lo cual lleva al deseo de evitar el proceso. Y no me refiero solo al dolor causado por la comprensión de realidades desagradables en sentido personal, las cuales examiné aquí y aquí. Me refiero también al dolor causado por la disonancia cognitiva que seguramente experimentaremos si nuestras presuposiciones entran en conflicto con la evidencia o la interpretación de la evidencia ante nosotros.  Tener ciertos pasos programados que cruzar puede forzarnos a no rendirnos ante ese dolor antes de llegar a una conclusión más valida.

Un sistema para evaluar la evidencia

Un sistema para evaluar la evidencia en asuntos que son controversiales o para los que existen opiniones diferentes tendrá la tendencia a brindar mejores resultados que el sencillamente seguir nuestros heurísticos naturales. Los siguientes pasos son un ejemplo de a lo que me refiero. Estos pasos no son opcionales.

Paso 1: Evalúa tus suposiciones

Todos traemos nociones preconcebidas con nosotros al hacer un juicio. Escríbelas o ponlas en un tipo de lista tan completamente como puedas. Ponlas en categorías de acuerdo a como las obtuviste, ya sea mediante conocimiento autoritario o mediante tu evaluación personal de la evidencia. Toma nota de las suposiciones que sin duda son verdaderas y de las que sencillamente son posiblemente ciertas. Asegúrate de ser honesto aquí. Este paso te ayudará a ver las áreas en las posiblemente puedas ceder. Si encuentras que algunas de tus suposiciones no son negociables, asegúrate de entender por qué y ve si estas siendo justo o dogmático.  ¿Es tu evaluación de esas suposiciones basada en lógica solida o en ideología?  No quiero decir que la ideología sea necesariamente ilógica. Pero, muchas veces la ideología esta impulsada por agravios emocionales en vez de por un examen a fondo de los asuntos.

Paso 2: Comprende claramente los argumentos opuestos

Necesitas estar dispuesto a escuchar los argumentos opuestos. Es lo mínimo que puedes hacer. Si alguien viene a ti convencido de una opinión distinta a la tuya, asegúrate de entender que lo llevó a tal convicción. Evita asumir que ya lo sabes. Evita imputarle malos motivos. De otra manera, pudieras sencillamente estar creando un «argumento de hombre de paja» en tu mente, arguyendo contra un opositor imaginario que no equivale realmente a la persona ante ti ni a sus argumentos. Solo escucha, entiende y no te sientas obligado a dar una respuesta en el momento, especialmente si te topas con argumentos que no habías oído antes. Es sabio de tu parte evitar dar una respuesta apresurada que posiblemente lamentes después. Si encuentras lo que a primera vista parece una falacia, investígala. Evita apresurarte a calificar todo el asunto de ilógico. Haz preguntas esclarecedoras. Da la oportunidad al otro lado de explicar su punto en cuanto a esto. Si al final puedes explicar la posición opuesta de manera que satisfaga al que la presenta habrás cumplido con este paso.

Paso 3: Sopesa la evidencia apropiadamente

Recuerda, una de las maneras clásicas en que nuestros sesgos inconscientes nos afectan es en como sopesamos la evidencia ante nosotros. Nuestra tendencia es la de dar más peso a la evidencia que apoya nuestro punto de vista. Además tendemos a sentir que cierta evidencia apoya nuestro lado aun cuando la misma evidencia es también consistente con el lado opuesto. De modo que sería útil crear una tabla que enliste toda la evidencia ante nosotros y en la que se muestra si es consistente con una hipótesis o la otra o con las dos.

Recuerda también que la evidencia se puede interpretar de diferentes maneras y que nuestros sesgos afectan cómo lo hacemos. Observa cómo la interpretan los que tienen una perspectiva diferente a la tuya. Ve si hay algún merito o por lo menos un argumento válido que pudiera apoyar esa interpretación. Después de hacer esto, es posible que te des cuenta de que la evidencia apoyando tu lado no es tan fuerte cómo pensabas. Quizás la evidencia es inconclusa. O, hasta es posible que apoye más la perspectiva alternativa de lo que esperabas.

Paso 4: Cambia de lado en pro del argumento

Recuerda que el sesgo de confirmación da las personas la tendencia “a no buscar y quizás hasta evitar información que se pudiera considerar contraindicativa con respecto a hipótesis o creencias ya aceptadas y que apoye posibles alternativas”. Por lo tanto, necesitamos forzarnos a hacer lo opuesto. Necesitamos buscar y exponernos a cualquier información que contradiga nuestra postura favorecida. No tengas miedo de preguntar “¿qué tal si…?” ¿Qué tal si el otro punto de vista es el correcto? ¿Qué esperaríamos encontrar si fuera así? ¿Se podría interpretar la evidencia de manera que cuadre con esas expectativas?

Es posible que necesites ayuda aquí. Tus sesgos pueden ser tan fuertes que consideres inconcebible la idea. Pero si otros la pueden visualizar quizás tú también puedas. Hacer esto no significa que estes concediendo. Significa que estás buscando la verdad. Nuestro objetivo debe ser llegar a la verdad de un asunto, no simplemente ganar un argumento. Este ejercicio te ayudará a encontrar los puntos débiles de cada punto de vista alternativo.

Paso 5: Evalúa tu conclusión de manera realista

Si has pasado a través de los pasos anteriores ya estarás mejor preparado para sopesar la certeza con la que deberías sostener tu hipótesis favorecida. Quizás ahora puedas ver que aunque tengas un punto de vista preferido, por alguna u otra razón, otro punto de vista también tiene cierto merito. Quizás deberías ser más modesto al escoger las palabras con las que expresarás esa conclusión.

Por otro lado, es posible que este ejercicio haya revelado que tu hipótesis inicial era la correcta. Ahora estás preparado para expresar claramente las razones por las que está mejor apoyada por la evidencia que las alternativas. Quizás ahora puedes expresar con más convicción que sí, de hecho, has encontrado la verdad, o por lo menos te has acercado a ella.

Conclusión

Los pasos mencionados aquí no tienen el fin de substituir el método científico en asuntos de ciencia. Sin embargo, todos los científicos también se pueden beneficiar de implementar estos principios en sus esfuerzos. Después de todo, se ha demostrado convincentemente (por ejemplo por Raymond S. Nickerson2) que ellos no están exentos de los errores causados por los sesgos y errores humanos.

Las personas religiosas también se pueden beneficiar de estos pasos. La fe ciega no es fe. Es credulidad.  La verdadera fe, cuando menos desde el punto de vista Bíblico, se basa en evidencia, “la prueba convincente de que existen realidades que no se ven”. (Hebreos 11:1) A los Cristianos se les amonesta para que sean personas razonables. “Que todos sepan que ustedes son personas razonables”. (Filipenses 4:5) ¿Qué mejor manera de demostrar esto que mediante estar dispuestos a buscar la verdad con justicia y aceptarlo cuando la evidencia prueba que quizás hayan estado equivocados en algún punto? Deberíamos estar capacitados para probar, por lo menos a nosotros mismos, que lo que creemos es realmente la verdad.

En mi próxima entrada espero dar un ejemplo de cómo podemos poner estos pasos en práctica en la vida real.

Referencias

[1] “Los problemas de la filosofía” – Bertrand Russell – 1912
[2] “Sesgo de Confirmación: Un fenómeno ubicuo en muchas formas” Derechos de autor 1998 por la Educational Publishing Foundation